En octubre de 1968, en pleno auge de los movimientos por los derechos civiles y en medio de una sociedad estadounidense profundamente dividida por el racismo, ocurrió algo que trascendió el deporte. En el Estadio Olímpico de México, durante la ceremonia de premiación de los 200 metros lisos, el mundo presenció una imagen que aún hoy estremece: dos atletas con los puños en alto, descalzos, en señal de protesta.
Esta es la historia de Tommie Smith, John Carlos y Peter Norman, y los 7 momentos que convirtieron ese podio en un acto de coraje eterno.

1. El día que se rompió la barrera de los 20 segundos
Tommie Smith no solo ganó la medalla de oro en los 200 metros; lo hizo con una marca histórica: 19.83 segundos, convirtiéndose en el primer hombre en bajar de los 20 segundos en esa distancia. Pero su gesta atlética fue solo el preludio de algo mucho más grande.
2. El gesto que paralizó al mundo
Durante la entrega de medallas, mientras sonaba el himno nacional de Estados Unidos, Smith alzó su puño derecho cubierto con un guante negro. A su lado, John Carlos levantó el izquierdo. Ambos bajaron la cabeza y se mantuvieron descalzos, en protesta por la pobreza y la injusticia racial. Era un gesto mudo, pero atronador.
3. La historia detrás del puño
Este acto no fue improvisado. Smith y Carlos formaban parte del Proyecto Olímpico por los Derechos Humanos, y llevaban semanas debatiendo cómo protestar sin violencia. La muerte de Martin Luther King Jr. y la represión a líderes afroamericanos, como Bobby Hutton, les empujaron a utilizar ese momento de máxima visibilidad para denunciar la opresión.
4. Un precio demasiado alto
Lo que siguió fue un castigo inmediato. Ambos fueron expulsados de la Villa Olímpica y suspendidos del equipo estadounidense. Al regresar a casa, enfrentaron amenazas de muerte, aislamiento social y la destrucción de sus carreras. Smith, pese a ser una leyenda del atletismo, acabó lavando coches por 3 dólares la hora.
5. El aliado que no miró hacia otro lado
Pocos recuerdan que en ese podio había un tercer hombre: Peter Norman, el australiano que ganó la medalla de plata. No solo no se apartó del gesto, sino que les ofreció los guantes negros y portó, igual que ellos, una insignia en apoyo al movimiento por los derechos humanos. Su gesto de solidaridad le costó caro: Australia lo marginó y nunca volvió a representar a su país.
6. Un adiós acompañado por la historia
Cuando Peter Norman murió en 2006, fueron precisamente Smith y Carlos quienes cargaron su féretro. Fue una forma de honrar a quien, sin alzar el puño, alzó la dignidad humana. Un gesto silencioso que selló una amistad forjada en la lucha.
7. Un legado que no se rinde
Décadas después, el mundo ha comenzado a reconocer la valentía de estos tres hombres. Tommie Smith y John Carlos son homenajeados en universidades y estatuas. Peter Norman fue finalmente reconocido en Australia 37 años después. Pero su protesta no es cosa del pasado: sigue siendo un símbolo de resistencia y un recordatorio de que el deporte también puede ser un vehículo para la justicia.
Porque levantar el puño, a veces, pesa más que una medalla.
La imagen de aquellos dos hombres sobre el podio, con la cabeza gacha y el puño al cielo, no fue solo una protesta. Fue una declaración al mundo de que la dignidad humana no se negocia. En tiempos donde la injusticia aún persiste, su valentía sigue inspirando nuevas generaciones.